jueves, 2 de febrero de 2012

Visos de Insania

Creo que el hecho de quedarme sin internet esta noche fue parte de la manifestación de la ayuda divina que pedí, de lo contrario estaría perdiendo el tiempo viendo alguna cosa por internet, una serie de dibujos animados, una película o leyendo seriamente el último mensaje que me envió Phoenix (de todos los anteriores, el último no hubiese sido pérdida de tiempo por que sentí sus palabras, tanto que volveré a leerlo cuando vuelva a tener red para comprender cada una, sentirla, vivirla y si es necesario, llorarla o reírla; creo que esa es la ventaja de la comunicación escrita, puedes pasar una y otra vez por sus palabras para descubrir nuevas cosas que no tomaste en cuenta la primera vez que lo leíste, en el caso de la comunicación verbal te quedan algunas cosas en tu memoria y, por desgracia, no alcanzas a recordar absolutamente todo porque la mente tiene la mala costumbre de decidir que es bueno o malo para ti y, particularmente, tiene el pésimo hábito de hacer énfasis en lo malo más no en lo bueno) mientras me hacia las mismas preguntas que me he hecho en las últimas noches y en la tarde de hoy antes de que el desespero me hiciera salir ¿Buscarla o no buscarla? ¿Abrir Skype o no hacerlo? Y si lo abriera (lo cual sería lo más seguro)… ¿Escribirle o no escribirle? ¿Qué escribirle? ¿Cuánto escribirle? ¿Cómo interpretar su silencio? ¿Cómo interpretar tantos detalles como el hecho de que no escriba mi nombre con mayúsculas, de que no me envíe mensajes tan seguidos, de que tarde tanto tiempo en contestarme, de que sus respuestas sean tan cortas? ¿Llamarla o no llamarla? ¿Despedirme esta noche de ella por voz o por chat? En cuanto a esta última… desde el viernes he pensado en no hacerlo, me aterra el hecho de que se me quiebre la voz cuando esté hablando con ella, total, desde ese día mis lágrimas y mis sollozos no encuentran mayor impedimento para salir cada vez que pienso en ella y en la situación en la que vivo, al grado de que me asombra verme así (de por sí, creo que el hecho de verme llorar y sollozar ya es algo para, valga la redundancia, asombrarse). Acepto que me he superado en no enviarle un mensaje al móvil, aunque también me pregunto mucho en hacerlo, en su contenido, en como llegará (hace unas semanas le envié uno y no llegó completo), creo que en este caso la “ventaja” es que muy seguramente no habrá respuesta, también me pregunto si estará bien querer pasar hasta el martes (cuando se supone –ojalá esta vez no pase nada y venga… bueno no sé qué tan conveniente sea tener internet en este preciso momento tomando en cuenta mi situación– que debe venir el técnico para mirar el aparato que tantos insultos ha recibido de mi parte) sin que ella sepa algo de mí, de una u otra forma quiero hacerlo, no desfallecer mañana (bueno, desde hace casi dos horas sería mejor hablar de hoy) y resultar llamándola al móvil; el por qué… el por qué creo que radica en que no quiero vivir el sufrimiento que significa tener contacto con ella y limitarme tanto en lo que debo decir (en el hipotético caso de que me surjan las palabras, puesto que desde hace un tiempo eran comunes los silencios cuando la llamaba y los baches cuando le escribía), también creo que el deseo de que ella sienta mi ausencia es otro factor fundamental, aunque también no puedo evitar pensar en que puedo alejarla con tanta (cómo si dos días fueran mucho… seriamente me aterra el hecho de darme cuenta de que me he vuelto muy dependiente de ella).

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