jueves, 2 de febrero de 2012

Metal Gramatical e Hijos Bastardos

En este momento pienso en lo que pensaran las personas que leerán este escrito, en Inés, en John, en Gilraen, en Briseth, en Phoenix, muy posiblemente en Raúl, mi psicóloga, en Isabel (con quien tengo que verme en unas cuantas horas)… hasta en Eugenia, a pesar de que sé que no es pertinente mostrarle esto, quiero, muy en lo profundo, que en algún momento lo lea, después de todo esto es un hijo nuestro, yo estoy escribiendo, de mi surgen las palabras pero es su recuerdo, su presencia en mi vida la que me motiva a buscar, a sacar, lo que hay en mí, sea malo o bueno, sea doloroso o sea placentero, sea de mal gusto o sea agradable, sean palabras coherentes y sabias o una sarta de banalidades y absurdos, después de todo no quiero más hijos bastardos… me causa risa el pensar en ello, en lo que dirán o pensaran cuando lean esto, después de todo cuando se escribe muy en lo profundo se espera que las palabras lleguen a los ojos de otras personas, buscar su aprobación o rechazo por lo que hay plasmado con esto a lo que conocemos con el nombre de palabras, buscar su opinión después de que sus ojos dancen al ritmo de este… ¿Cómo llamarlo?... Metal gramatical, de este caos armónico, de este amasijo de símbolos que intentan transmitir ideas, pensamientos y emociones, de este conjunto amorfo de líneas curvas y rectas que intentan reflejar lo que hay en mi ser… sigo sin querer detenerme, sin embargo llevo algo así como una hora y media escribiendo, el reloj del ordenador ya dice que son la 1:12 de la mañana del lunes 16 de enero de 2012 y tengo que dormir porque quedé de visitar a Isabel en la mañana, no sé si el hecho de visitarla sea una ruta de escape más, una búsqueda por escuchar de ella palabras que me ayuden a mitigar lo que siento cada vez que me encuentro encerrado en estas cuatro paredes blancas, palabras que he encontrado desde hace unos días cuando por fin me obligué a pedirle ayuda a Briseth, pisoteando mi arrogancia que se manifiesta al sentirme autosuficiente y no necesitar de los y las demás, paradójicamente esto lo leerán las personas a las que siempre les he pedido ayuda, quienes me bajan de mi soberbia de personaje frio, serio, sarcástico y prepotente, quienes conocen mi verdadero ser, al menos en parte y saben de la fragilidad que tanto escondo y que de manera descarada le mostré a Eugenia corriendo el riesgo de alejarla más de mí. Me gustaría no ser desagradecido con ellas y ellos y permitir que su sabiduría entre en mi interior, sea asimilada por completo por mí y sea exteriorizada por medio de mis actos que no se quedaran en la pócima de sosiego que encuentro cuando me encuentro prófugo de mi destino cada vez que busco su consejo.

(Me estresa perder las ideas que pensaba escribir a continuación de las palabras que ya están plasmadas en este lienzo, me irrita porque en el momento en el que salieron sentí que son importantes para darle más sentido a esto.)

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